sábado, 15 de noviembre de 2008

Puesta en marcha

Dibujo esquemático de las partes fundamentales
de una locomotora de vapor


Poner en marcha una locomotora de vapor requiere una serie de pasos escalonados que garantizan la seguridad de las operaciones y un buen rendimiento mecánico. todo un ritual en el que cada detalle es importante.

Limpieza. Es el primer paso. Hay
que limpiar el cenicero, retirando las
cenizas y escorias de la combustión
del carbón. También se limpia la
caja de humos, adonde va a parar la
carbonilla que la fuerza del tiro extrae
del hogar. En intervalos mayores se
limpian los tubos de calefacción. Además,
es fundamental asegurarse de
que hay suficiente agua en la caldera.

Comprobaciones. Antes de
proceder al encendido hay que
asegurarse de la imposibilidad de
una puesta en marcha accidental de
la locomotora en cuanto empiece a
levantar la presión. Hay que cumplir
estos pasos: frenado (se asegura el
freno de husillo), regulador cerrado,
palanca de distribución al centro y
purgadores abiertos.

Encendido. Es el momento mágico.
El encendido supone darle vida a
la locomotora. Ha de ser lento y
paciente. Se encienden unos trapos
empapados en aceite o gasóleo y
se distribuyen por el emparrillado. A
continuación se añade madera, para
que se haga llama fácilmente, y por
fin, carbón.

Engrase. Al aproximarse la hora de
empezar las maniobras, se procede
al llenado de cajas de grasa y engrasadores,
así como a la lubricación
directa de todas las partes del
mecanismo y el embielado que no
van provistas de engrasadores. Tiene
que ser una labor metódica y ordenada,
para no dejar ningún punto de
engrase sin aceite.

Carga de combustible. Mientras
la caldera levanta presión (dependiendo
de la locomotora, alcanzar la
presión de servicio puede llevar entre
tres y cuatro horas) se aprovecha
para aprovisionar de carbón la locomotora.
Aunque la carga se puede
mecanizar, en España esta tarea se
realizaba a mano, llenando el ténder
a base de pala y capazo.

El bocadillo. “En todos los trabajos
se fuma”, decía el dicho que ahora
sería políticamente incorrecto. La
caldera sigue levantando presión,
así que llega el momento de hacer
un alto en la faena. El trabajo duro
exige reponer fuerzas y tomar un
bocadillo es una buena forma de
hacerlo.

Ventilador. Cuando el nivel de
presión lo permite, se pone en funcionamiento
el ventilador de vapor:
un tubo perforado situado en la
chimenea ‘sopla’ vapor que crea un
efecto eyector para forzar el tiro. A
partir de este momento la presión de
la caldera subirá mucho más rápido.

Arranque. Una vez que la presión
alcanza el nivel de trabajo (normalmente
a partir de 8 kg/cm2), se puede
mover la locomotora. Se suelta el
freno, se mantienen los purgadores abiertos, se
coloca la palanca de distribución al
final de su carrera, se toca el silbato
y se abre el regulador, lo que requiere
fuerza y delicadeza a un tiempo:
es el momento de echar a andar.

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